Para qué ir a misa diariamente

 Yo siempre asistía a misas los domingos con mi familia, más que por “deseo” lo veía como una actividad familiar, costumbre y claro, tratando de hacer las cosas bien según lo que Dios quiere, cuando en realidad no tenía ni la más mínima idea de que estaba pasando ahí. Porque, ¿realmente era tan importante asistir a misa? Realmente, ni eso me lo preguntaba. Recuerdo haber hecho la primera comunión en el colegio cuando tenía 8 – 10 años; finalmente podía comulgar y recibir a nuestro Señor en cuerpo, alma y divinidad. Bueno, en ese momento era bonito ya formar parte de la misa completa y poder comer el pan. ¿Confesarme? Bueno, lo hice antes de hacer la primera comunión, luego de esto esporádicamente.

Cuando había un curso en mi grupo de oración (Nuevas Fuerzas) y era prácticamente obligado, lo hacía. No porque no quería, sino porque no sabía la importancia de recibir a Jesus limpio de pecado, sin ninguna mancha, en plena conciencia de que era el mismo Dios con toda su grandeza, pureza y que se hacía pequeño para hacerse uno conmigo.

Recuerdo que comencé a asistir a unos retiros que impartía el Lumen Dei. No sé si conocen de esta asociación de fieles de nuestra iglesia Católica, pero son súper radicales. Sin embargo, aprendí mucho de ellos, aparte de lo obvio que pasa tan pronto te acercas al Lumen es que mi amor por la virgen se multiplico mil veces, también mi amor por la Eucaristía y el disfrutar lo solemne y bonito que es una celebración tradicional: sin batería, guitarra, piano; al final siento que esto es más ruido para tu mente y de distracción de lo que realmente vas a celebrar y presenciar en una misa. En gran parte aprendí a respetar más el acto y cada momento que sucede desde la consagración del pan y el vino a recibirlo de rodillas y en silencio, como la genuflexión al pasar cada vez frente a un santísimo donde se encuentra nuestro Señor.

Conocí de las Visiones de la Beata Ana Catalina Emmerich sobre la Misa, la cual les invito a que busquen los detalles (yo mismo cada vez que puedo olvidar de lo que estoy tratando de animarte en este escrito, lo busco para leerlo nuevamente y recordar) y ver que cada momento de la misa tiene su importancia y todo lo que va sucediendo más que lo que puedes ver, sino que a nivel espiritual en esos momentos. Ahora mismo no pretendo hablarle de esto, porque ahora quiero hablarte de mí y por que trato de ir a misa más de una vez a la semana (no solo los domingos).   

Hoy en día el Señor me hablo y me recordó que revisara la reflexión que me llega a mi correo, donde había un extracto de San Juan Crisóstomo, Homilías sobre San Mateo, 82, 4 que me encaja perfecto a lo que voy:

«Considera qué gran honor se te ha hecho –nos exhorta San Juan Crisóstomo–, de qué mesa disfrutas. A quien los ángeles ven con temblor, y por el resplandor que despide no se atreven a mirar de frente, con Ese mismo nos alimentamos nosotros, con Él nos mezclamos, y nos hacemos un mismo cuerpo y carne de Cristo».

No se ustedes, pero yo leo eso y salgo corriendo a la primera iglesia que tenga cerca a esperar a la próxima misa. Muchas veces le pedimos a Dios que se haga presente, cuando todos los días en diferentes lugares y en diferentes horas, Dios se hace presente El.

No su presencia, no su “espíritu” ni mucho menos es un acto de recordatorio, representativo o de referencia. Realmente el creador de cielo y tierra viene ahí en ese momento para que tú y yo, que no somos nada, que lo negamos, que dudamos de Él, se hace pequeño nuevamente; así como cuando envió a su hijo a la tierra a morir por ti y por mí. Esto es un gracia, el creer esto, el aprender a amar esto; el anhelar ver esto que te comento como lo que es. Es una invitación y un deber de cada cristiano católico que dice tener Fe en Jesus, que profesa la Fe católica, en pedir en oración el aprovechar esta bendición. Nuestra Señora también me ha ayudado mucho a esto, por lo que te invito no solo por esto, sino por tantas gracias que recibes de hacer el rosario diario y pedir de su intercesión.

En la misma línea del sacramento de la Eucaristía, primero vendría mencionarte la confesión. Si queremos, parecernos más a El que fue limpio de pecado pues nosotros que somos unos simples pecadores, debemos de tratar de si tenemos como objetivo recibirlo limpios durante la semana y día de preceptos el tratar de confesarte mínimo 2 veces al mes o semanal de ser posible. Tratar de mantener la comunicación con el mismo sacerdote. De esta forma tendrás doble razón para no cometer los mismos pecados, uno el no ofender a Dios y segundo…para que te de un poco de vergüenza con el confesor al repetir el mismo pecado una y otra vez. Quizá no sea la forma correcta, pero créanme que ayuda a mantenerte enfocado. Ofenderás mucho más a Dios si comulgas a sabiendas de estar en pecado mortal.

Por todo esto que te cuento y muchas otras cosas que se quedan entre mi Señor y yo, trato e invito a todos los que puedo a que hagan su esfuerzo de recibir la misa no solo los domingos. Es muy poco. Es casi nada. Si lo hacemos así, estamos desaprovechando una oportunidad de ser más santos, de parecernos más a Jesus.

Si quieres profundizar más, te invito a leer “amor Eucarístico”. Espero que estas pocas palabras, inspiradas por Dios puedan de alguna forma despertar la curiosidad por amar profundamente la Eucaristía. De no despreciarla, que al final cuando recibas la gracia de amarlo así, tu también lo comuniques a los demás. Y que sobre todo, pueda ayudarte a ser más santo para nuestro Señor.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Trabajo Final Aplicado a una Empresa del Master

All my professional Titles / Todos mis títulos profesionales

Magister Univertario: MBA in International Management